jueves, 20 de noviembre de 2008

PARABOLA DE LOS SENTIDOS

Todos los días vuelvo al mismo lugar, hago las mismas cosas como un rito,
para invocarte y evocarte, con la esperanza y el corazón abierto a que aparezcas,
como si nada hubiese pasado, como si el tiempo no hubiese transcurrido.

Te busco en cada rostro que asoma por la puerta,
con una ansiedad solo comparable a la primera vez,
con suspiros cargados de tal vez, quizás o la mejor,
pero es inútil no apareces, te echo de menos y me puede la congoja,
me resisto a la tristeza de no verte, es como un jardin sin flores,
un mar sin olas,un molino sin viento,
como seguir viviendo si ya no te puedo ver.

Todos los días vuelvo al mismo lugar, hago el rito de invocarte con la esperanza de que aparezcas, y el corazón abierto como si nada hubiese transcurrido, como si no hubiese pasado el tiempo.

Arturo Mingolo

LA HIJA

Mientras dormís,
te pienso.
Y recuerdo tu voz
-mamá…mamita-traigo tu rostro
y lo retengo como rama de saúco entre mis manos.
Invento símbolos, salmos,
amaneceres de mariposas en la arena.
Cavo la impiedosa costra con mi mano voraz,
temerosa,
girando en el centro del mundo
sin poder arrancarme el corazón.

ana julia saccone

LAS TORMENTAS DE NOVIEMBRE

Las tormentas de noviembre
desgarran el alma de los pájaros.
Los nidos caen de las copas
y no arrastran verdor en la caída.
Esta madrugada alguien
envuelve con diario
dos cuerpos de gorriones
No pudo enterrarlos.
Están en mi camino.
Los levanto y los vuelvo a las ramas.
Brillantes, mojadas las ramas.
Nadie debe morir fuera de su casa.

ana julia saccone

SIN TITULO

Mientras desabrocho las sandalias
que lastimaron mis tobillos
el televisor me devuelve la imagen de una croata
que entre ruinas tiende su ropa al sol.
Parece que canta.

ana julia saccone

Oculos habent et non videbunt” (Tienen ojos y no verán)

El personaje leía a Herodoto, y repetía sus historias
como si con ello pudiera recuperar la propia o inventar
una nueva a la manera de Tiresias.
Cada noche-había dicho- me arranco el corazón,
pero al amanecer vuelve a estar en su lugar.

Nada había aprendido el infeliz.
Ni las afiebradas noches en que se hundió en el Dante
o aquellas en que lúcido recitó a Catulo
le habían dejado la mínima sospecha
de que el corazón es como una planta multípara
o como una serpiente o una iguana
cuyo cuerpo sigue pujando después del golpe más certero.

ana julia saccone

ORDEN INTERNO

Cada tanto ordeno mi escritorio,
lo alivio de papeles demasiado nocturnos
y de esos rezagados borradores
que acechan solapados, vengativos.
Le limpio las distancias
para que la mañana espume panaderos
y pase alguna liebre
como una serpentina por los campos
o en los vanos del énfasis
unas vacas inmóviles
pasten indiferentes
los más tiernos renovales del cosmos.

Hay frases que resisten, se atrincheran,
esgrimen atenuantes,
invocan , como inútiles, medallas
la cápsula de marfil de un pisingallo
o el prodigio improbable de un guazuncho;
buscan, en vano, imponer una calandria:
cristales que se rompen y rehacen
y rielan en las aguas que corren por el aire.
O exhiben,lastimeras,su renguera de prójimo
y van dejando un reguero de costillas
y se le llenan los ojos de manzanas.

Los cajones, en cambio, estiran felicísimos sus piernas
y corren ágiles al ir perdiendo el lastre acumulado:
biromes desahuciadas,
recetas ilegibles como ángeles perdidos
con las alas cubiertas de flechillas
y un mensaje borroso que ya nadie recuerda
y acaso fuera , alguna vez, de vellón y eucaliptos.
y se desvae una tensión de benteveos
en el celaje de las radiografías .
Y hay boletos de viajes , quizá con ventanillas
donde dura el reflejo de unas calles mojadas,
de una estación, como otras:
la hora indiferente cuando se han ido todos,
las palabras queridas
que de pronto se quedan
tan solas en el mundo.


cada tanto ordeno mi escritorio
para borrar los rastros,
la soledad usada,
los callados senderos que me llevan al bosque
donde ella está esperando
junto al fuego que arde en honor de la noche,
mientras se van cerrando de una a una las estelas.
Alfaro